Salvar al rinoceronte

(23.1.2007)

Por Santiago Alcobé

Astrofísico

De todos los animales a los que tenía afición cuando era pequeño probablemente el rinoceronte era el que más simpatías me despertaba. Ya hace cuarenta años se hablaba de que era una especie en peligro de extinción. Películas como “Rinocerontes Blancos” o “Hatari” despertaron en mi más tierna infancia un gran cariño hacia ese animal tan extraño, especie de unicornio, reliquia de una evolución todavía inexplicada. Aún hoy en día, cuando voy al zoológico de Barcelona, me paso largos ratos contemplando los enormes ejemplares de rinoceronte blanco que allí se exponen. Nunca he tenido ocasión de contemplar rinocerontes blancos en libertad aunque sí rinocerontes negros en el Ngorongoro. Especies exclusivas como los rinocerontes de Java o India, ni siquiera en cautividad.

En estos días que talibanes de la estética propia –y consecuentemente enemigos de la ajena- hablan de eliminar las corridas de toros, los defensores de ese espectáculo afirman que, sin corridas, desaparecerán los toros de lidia. Probablemente es cierto. Si existen vacas, conejos, gallinas, ovejas y otros animales domésticos es porque nos los comemos. Ya sé que en la India las vacas existen porque no se las comen pero si no dieran leche tampoco existirían. En cualquier caso, en una Europa que toma leche no se sabe de qué, las vacas dejarán de existir el día que dejemos de comérnoslas.

Mi hijo Santi de tres años, en sus imaginaciones de criatura, a veces me habla de que come salchichas de rinoceronte. Y es ahí donde se me ha ocurrido que podríamos salvar a la especie. Probablemente, el rinoceronte no sea un animal domesticable pero hoy en día tenemos recursos para criar animales en semi-cautividad. Dudo que los avestruces de granja se comporten como el resto de aves domésticas.

De modo que con los rinocerontes podríamos hacer como se hace con los avestruces. No sé si es cierto pero he leído que el cuerno de rinoceronte vuelve a crecer si se lo cortan. Si hubiera rinocerontes de granja se les podría cortar el cuerno periódicamente e introducirlo en un mercado legal de cuerno de rinoceronte. Eso hundiría el precio del comercio ilegal y tal vez dejaría de ser un objetivo rentable para la caza furtiva. Y además del cuerno, también podríamos tener salchichas de rinoceronte. No sé qué sabor pueden tener tales salchichas pero supongo que bien especiadas podrían saber a cualquier cosa. Tal vez incluso, alguna tribu africana tenga como tradición culinaria la carne de rinoceronte. Podrían en ese caso enseñarnos a prepararla de una forma ancestral.

Así que carne+cuerno podría llegar a ser un negocio rentable. Edulcorado además con un discurso de marketing ecológico-solidario-alternativo-sostenible se le podría añadir un sobreprecio a las salchichas para asegurar la rentabilidad.

Ciertamente siempre será mejor ver a los rinocerontes amamantando a sus crías en el Ngorongoro que por la autopista apretujados en un camión camino del matadero. Pero si hemos de elegir entre el rinoceronte en salchichas o el rinoceronte extinto, yo me quedo con el primero.

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